A Dios sea la gloria por siempre (III). Gálatas 1:3-5

Descansando en Dios - En podcast af Francisco Atencio

303 -  Gál 1:3-5 – A Dios sea la gloria por siempre (III). Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.    En los versículos introductorios de Gálatas, Pablo cubre las cuatro etapas de la salvación del ser humano. La primera es el decreto soberano de Dios para salvarle, la segunda fue la muerte de Cristo por los pecados del hombre, la tercera el nombramiento de apóstoles para dar testimonio vivo de esa provisión divina, y la cuarta etapa fue el regalo de gracia y paz que Dios da a aquellos que creen en Jesucristo su Hijo. En Gá 1:4 Pablo hace un resumen del evangelio verdadero de la gracia y la paz, mostrando su naturaleza, su objeto y su fuente. En cada una de las etapas el Padre y el Hijo trabajan juntos, porque su voluntad y su trabajo son siempre una misma cosa (Jn 5:30; 6:38; 10:30). Finaliza la introducción con una alabanza para un Dios digno de adoración por la salvación tan grande que nos ha dado. 1. La fuente de la gracia y paz. Gá 1:3 Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo. Dos de las palabras más preciosas relacionadas al evangelio dado por Dios son gracia y paz. La primera es la fuente de la salvación y la segunda es el resultado. La gracia es positiva, tiene que ver con nuestra posición firme en Cristo; la paz es el resultado práctico de su aplicación. Las dos fluyen por igual de Dios el Padre a través de su Hijo y nuestro Salvador, el Señor Jesucristo. Enseña Ro 3:24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús. 2. La naturaleza del evangelio: La muerte expiatoria y la resurrección de jesucristo. Ga 1:4a el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados. El corazón del evangelio es el sacrificio voluntario que Cristo hizo de sí mismo por nuestros pecados. La salvación no se gana con esfuerzos individuales para eliminar el pecado, sino mediante la confianza personal en la promesa de Dios de perdonar el pecado por medio de la obra redentora de Jesucristo. Su muerte expiatoria fue la parte más esencial del plan divino de redención. La expresión se dio a sí mismo por nuestros pecados afirma que el propósito de la venida de Cristo consistía en ser presentado como una ofrenda por los pecados: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2Co 5:21). 3. El objeto del evangelio: Librar del presente siglo. Gá 1:4b para librarnos del presente siglo malo. El propósito del evangelio es librarnos, a todos los que creemos en Cristo, del presente siglo malo. El estado perverso actual del mundo: en contraste con el venidero, que ha de empezar con el retorno de Cristo. La muerte de Jesús fue una operación de rescate, el único medio posible para salvar a los hombres del mundo condenado y de la muerte eterna dándoles vida eterna. Aunque los creyentes no son removidos de la tierra hasta morir o ser arrebatados, sí son rescatados del presente siglo malo tan pronto reciben a Jesucristo como Señor y Salvador. Todavía están en el mundo, pero ya no le pertenecen (Jn 17:11, 14-18; Fil 3:20–21, 1Jn 5:5). La vida cristiana fiel es la vida celestial vivida en la tierra. Exhorta Col 3:1-2 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 4. La fuente del evangelio: La voluntad de Dios. Gá 1:4c conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre. La fuente del evangelio salvador de Jesucristo es la voluntad soberana, amorosa, compasiva y generosa de nuestro Dios y Padre, quien “de tal manera amó… al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn 3:16).