A Dios sea la gloria por siempre (V). Hebreos 13:20-21
Descansando en Dios - En podcast af Francisco Atencio

Kategorier:
305 – He 13:20-21 A Dios se la gloria por siemrpe (V) Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Esta doxología, himno de alabanza es una bendición final en la carta a los Hebreos que se cuenta entre las más hermosas en toda la Biblia. Otras bendiciones en la Biblia están en Nm 6:24-26; 2Co 13:14; Jud 1:24-25. Es un ejemplo de cómo la gracia puede manifestarse en bendición y oración mutuas. 1. El poder del Dios de paz. La mayor muestra de poder divino en la historia del universo fue la resurrección de Jesucristo, cuando Dios resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno. Enseña el apóstol Pedro en 1Pe 2:25 Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas. Dios es el Dios de paz, porque estableció la paz con el hombre por medio de la sangre en la cruz según Col 1:20 y por medio de Él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Por la cruz, Dios hizo un pacto eterno en Ez 37:26 Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. (Jer 31:33-34; Ez 36:26-27; Zc 9:11). De modo que la sangre de nuestro Señor Jesucristo es eternamente poderosa (a diferencia de los viejos sacrificios del viejo pacto) y satisfactoria para Dios, de tal manera que lo resucitó de los muertntos. La esperanza del cristiano es que ese mismo poder nos resucitará según Ro 8:11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. (1Co 15:20-27; 2Co 4:14; Fil 3:20-21; 1Ts 4:13-17). 2. Dios os haga aptos en toda obra buena. Intentar vivir la vida cristiana con la doctrina más pura y los mejores ejemplos, pero sin el poder directo de Dios, es construir con madera, heno y hojarasca (1Co 3:12). No solo necesitamos conocer la voluntad de Dios, necesitamos tener su poder (Hch 1:8). Necesitamos que el Dios de paz nos haga aptos en toda obra buena para que hagamos su voluntad. Enseña Ef 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. 3. Para que hagamos su voluntad. Son el Dios de este poder y el poder de este Dios vivo los que permiten que quienes le aman hagan su voluntad. “No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios” (2Co 3:5). Lo que debemos contribuir a la vida cristiana es entrega, obediencia a la palabra de Dios. Todo lo que debemos hacer es abrir el canal de nuestra voluntad y permitir que el poder de Dios obre en nosotros. “Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia” (2Co 9:10). Podemos ocuparnos en nuestra salvación porque Dios está produciendo en nosotros “el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil 2:12-13). Para hacer la voluntad de Dios es necesario conocer su palabra la cuál es su voluntad. El apóstol Pablo ora para que seamos llenos del conocimiento de su voluntad en Col 1:9-10 Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento