Anhelo por el Dios vivo - Salmo 42:5

Descansando en Dios - En podcast af Francisco Atencio

029 - Salmo 42:5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.   Los hijos de Coré fueron los que escribieron los Salmos 42 al 49. Coré fue un levita que encabezó una rebelión en contra de Moisés (Nm16:1-35) Por esa rebelión contra Dios y Moisés, Coré perdió su vida, pero sus descendientes permanecieron fieles a Dios y continuaron sirviéndole en el templo (1Cr 6:31-38; 2Cr 20:18-19). Igual como sucede con el Sal 9:1-20 y el Sal 10:1-18, el Sal 42:1-11 y el Sal 43:1-5 fueron probablemente originalmente uno. El contexto y la situación del Sal 42:1-11 no se especifican históricamente. Sin embargo, lo que es evidente es que la situación del salmista era difícil y muy agravado por los burladores que lo rodeaban. El Sal 42:1-11 es una endecha, canción para un funeral, de dos estrofas.   I. Primera estrofa: El salmista canta acerca de su sequía espiritual (Sal 42:1-5) A. Anhelo por el Dios viviente (Sal 42:1–4).  (El contenido de esta estrofa) Sal 42:1-2 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? La necesidad que tiene el animal, un ciervo, venado, de tomar agua para sobrevivir es un símil muy adecuado de la necesidad que tiene el alma del ser humano de buscar a Dios, que es la fuente de la vida espiritual. Solo el Dios vivo y verdadero dará descanso, reposo a nuestra alma angustiada. Sal 42:3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios? Cuando un creyente está pasando por dificultades sus enemigos se burlan y hacen la pregunta  ¿Dónde está tu Dios? Una vez más debemos recordar al enemigo de nuestra alma, que nuestro Dios está con nosotros y siempre nos ayudará, cuidará, fortalecerá y guardará de todo mal. Is 41:10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. B. Sal 42:5, 11. ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? (Coro o estribillo) En esta reflexión, el salmista se amonesta a sí mismo por su desaliento, estaba deprimido. La depresión es una de las enfermedades emocionales más comunes. Un antídoto para la depresión es meditar en la bondad de Dios para con su pueblo. Ponga sus pensamientos en Dios para que tenga paz, para El no hay nada imposible, y no la ponga en la incapacidad de usted para ayudarse a sí mismo. Is 26:3 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Debemos hacer igual que el salmista, aunque estaba desanimado, no perdía la esperanza, seguía esperando y confiando en Dios, porque estaba seguro de que aún habría de alabarle como había hecho en el pasado. Fil 4:6-7 Por nada estéis afanosos (angustiado), sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.   II. Segunda estrofa: Sigue abrumado por la presencia de sus enemigos (Sal 42:6-11) Sal 42:6-7 El salmista se sentía tan abrumado, que comparó su situación con un diluvio. Eran problema tras  problemas. Sin embargo, una vez más, confiaba en que aún podría alabar a Dios. Sal 42:8. Recobró su confianza en el Señor, la confianza de que su misericordia y su cántico estarían con él continuamente, de día y de noche. Sal 42:9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo? No debemos desanimarnos por la opresión del enemigo y andar como enlutados, tristes, al contrario debemos recordar que Dios está con nosotros, no nos olvida y siempre nos ayudará. Is 41:13 Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu ma