Cántico de salvación. Salmos 30:1-2

Descansando en Dios - En podcast af Francisco Atencio

353 – Sal 30:1-2 – Cántico de salvación. Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado, Y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí. Jehová Dios mío, a ti clamé, y me sanaste.   Te glorificaré es la respuesta espontánea y lógica de todo creyente que experimenta el milagro de la gracia de Dios. El salmista da la gloria a Dios porque fue exaltado salvándolo no solo de sus enemigos sino de la enfermedad, caer en el hoyo del pecado, en la muerte espiritual eterna [el Seol], la debilidad, el fracaso, dolor y la tristeza. “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo” (1Pe 5:6). Fue salvado: I. Del poder de sus enemigos. “Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado, Y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí” (Sal 30:1). La gracia de Dios, que trae salvación a aquellos que creen en Jesucristo, levanta el alma creyente sacándola del reino de la tinieblas y de la tiranía, introduciéndola al Reino de la luz y de la libertad. Más que conquistadores, sobre el yo y el pecado, por medio de Aquel que nos amó. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gá 2:20) II. De todas sus dolencias. “Tú me sanaste” (Sal 30:2). Solo Aquel [Dios] que perdona todas nuestras iniquidades puede sanar nuestras dolencias. “El [Dios] es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila.” (Sal 103:3-5). Una naturaleza moralmente quebrantada solo puede ser sanada mediante influencias morales y regeneradoras del Espíritu Santo (Tito 3:5). “La Sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia, [purifica] de todo pecado” (1Jn 1:7). III. De la condenación eterna. “Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol” (Sal 30:3). El Seol es la morada de los muertos espirituales. El salmista había sido librado por la gracia de Dios de un estado de muerte espiritual. Hay muchas almas que están muertas a las cosas de Dios como si estuvieran en sus sepulcros. “Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Ef 2:1). “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Ro 5:8). IV. De descender al hoyo. “Me diste vida, para que no descendiese a la sepultura.” (Sal 30:3). Fue salvo de la compañía e influencia de aquellos que estaban pereciendo en sus pecados. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Ef 2:4-5). V. De la ira de Dios. “Porque un momento será su ira, Pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría.” (Sal 30:5). El salmista había pecado pero se humilló, pidió perdón y lo alcanzó la misericordida de Dios. “Entonces David dijo a Gad: Estoy en grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo; pero que no caiga en manos de hombres. Así Jehová envió una peste en Israel, y murieron de Israel setenta mil hombres. (1Cr 21:13-14). “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” (Pr 28:13). VI. De debilidad y fracaso. “Tú, oh Jehová, con tu favor me afianzaste como monte fuerte” (Sal 30:7). Por la gracia de Dios, su fe se habia afianzado como un monte fuerte. “Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, Que no se mueve, sino que permanece para siempre.” (Sal 125:1). Su fuerza había sido perfeccionada en debilidad. La incredulidad dice: “En mi nido moriré’ (Job 29:18), pero la fe dice: ‘Mi monte es fuerte”. “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloria