Cómo orar en tiempos difíciles Mateo 26:37-38
Descansando en Dios - En podcast af Francisco Atencio

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151 – Mt 26:37-38 – Cómo orar en tiempos difíciles. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. El ministerio de Jesús inició y finalizó con incesante tentación directamente por parte de Satanás. Después que fue bautizado por Juan el Bautista, Jesús fue al desierto de Judea y ayunó por cuarenta días y cuarenta noches. Al final de ese período el diablo lo tentó tres veces, y en cada ocasión Jesús respondió con las Escrituras en Mt 4:3-10. Mientras Jesús estaba angustiado en el huerto del Getsemaní en la última noche de su vida terrenal, el diablo lo volvió a tentar tres veces, y en cada una el Señor respondió orando con gran fervor a su Padre. Las dos armas que Jesús utilizó fueron las Escrituras y la oración, armas disponibles para sus hijos en Ef 6:17-18 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos. Jesús nos enseña cinco pasos a considerar de cómo orar cuando estamos angustiados por las dificultades. 1. Buscar apoyo en la oración con hermanos conocidos (Mt 26:36-37). Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Jesús se apoyó con el círculo más cercano, Pedro, Juan y Jacobo, para que lo ayudasen a orar. Enseña el Sal 73:26 Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. 2. Derrama tu alma a los hermanos para que te apoyan en oración (Mt 26:38) Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Jesús nos enseña que debemos explicar a los hermanos el motivo específico para orar, y animarlos a orar por la circunstancia, dificultad o enfermedad que estamos atravesando. La angustia de Jesús no era por los padecimientos antes y durante de la crucifixión sino por la separación temporal que tendría de su Padre celestial al ser juzgado por los pecados de los que serian salvos; exclamaría en Mt 27:46 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? no lo llama Padre sino Dios porque su Padre celestial estaba actuando como juez. Enseña 2Co 5:21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él. 3. Derrama tu alma en privado ante el Padre celestial (Mt 26:39) Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Jesús nos enseña que debemos derramar nuestra alma a Dios con el problema que nos angustia dijo a Dios Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa. Dios conoce nuestras necesidades pero Él desea que dependamos, confiemos, digamos a Él cómo nos sentimos como enseña Fil 4:6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Luego de orar a Dios debemos dejar nuestras preocupaciones a Él y descansar en la soberana voluntad de Dios como hizo Jesús pero no sea como yo quiero, sino como tú. Entonces Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Fil 4:7). 4. Animar a los hermanos en la fe a perseverar en la oración (Mt 26:40-41) Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Debemos luchar contra el desanimo y orad sin cesar (1Ts 5:17) hasta obtener la victoria. Pedro aprendió la lección