Dios pelea nuestras batallas. Salmos 35:1-2
Descansando en Dios - En podcast af Francisco Atencio

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358 – Sal 35:1-2 – Dios pelea nuestras batallas. Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden; pelea contra los que me combaten. Echa mano al escudo y al pavés, y levántate en mi ayuda. Este es uno de los salmos "imprecatorios" (maldicientes), que clama a Dios para que se haga cargo de los enemigos. Estos salmos suenan extremadamente duros, pero debemos recordar que: (1) David huía de los hombres que injustamente procuraban quitarle la vida. Como rey ungido de Dios de una nación llamada a aniquilar a la gente malvada de la tierra, esto era difícil de entender para David. (2) La petición de David de justicia era sincera, no era su propia venganza. En realidad, deseaba buscar el ideal perfecto de Dios para su nación. (3) David no dijo que él tomaría la venganza, sino que puso el asunto en manos de Dios. Estas eran sus simples sugerencias. (4) Estos salmos utilizan la hipérbole (o exageración). Se escribieron para motivar a otros a levantarse con fuerza en contra del pecado y la maldad. La crueldad está muy lejos en la experiencia de muchos, pero es una realidad diaria en otros. Dios promete ayudar a los perseguidos y juzgar a los pecadores que no se han arrepentido. Cuando oramos para que se haga justicia, lo hacemos como lo hizo David. Cuando Cristo vuelva, castigará al malvado. ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. (Ex 34:6-7). I. Sus cobardes enemigos. “Se levantan testigos malvados; de lo que no sé me preguntan; me devuelven mal por bien” (Sal 35:11-12). “Se alegraron en mi adversidad” (Sal 35:15). En esto viene a ser partícipe de los sufrimientos de su Señor (Mt 26:59-61). Incluso en pago de nuestro amor, algunos se harán adversarios nuestros (Sal 109:4). Los que están fuera de armonía con Jesucristo estarán fuera de armonía con sus seguidores fieles. “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2Ti 3:12). “No los temáis; porque Jehová vuestro Dios, Él es el que pelea por vosotros.” (Dt 3:22). “Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.” (Jer 20:11) II. Su actitud para con ellos. “Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; afligí con ayuno mi alma, y mi oración se volvía a mi seno.” (Sal 35:13). Todas las llamadas imprecaciones en este Salmo deben ser leídas a la luz de esta declaración. Aquel que ayunaba y oraba por sus enemigos, cuando se encontraban con problemas, no era probable que lanzara maldiciones sobre ellos. Bien sabía David cuál sería el futuro de aquellos que levantaban falsas acusaciones contra el pueblo de Dios, regocijándose de sus adversidades (Sal 35:15). “No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos, ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo.” (Sal 35:19). El mandamiento de nuestro Señor es: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, … y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mt 5:44). III. Sus peticiones a Dios. “Pleitea, oh Jehová, con los que contra mí contienden… y levántate en mi ayuda” (Sal 35:1-2). Él ruega por: 1. LA DEFENSA DIVINA. “Pleitea, oh Jehová.” El siervo de Cristo no debe ser contencioso, siendo que tiene un abogado para con el Padre, a Jesucristo el justo (1Jn 2:1). La venganza pertenece al Señor; encomienda a Él tus caminos. DIOS es nuestro refugio. “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer;