El misterio Cristo en vosotros, la esperanza de gloria. Colosenses 1:26-27.
Descansando en Dios - En podcast af Francisco Atencio

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313 – Col 1:26-27 - El misterio Cristo en vosotros, la esperanza de gloria. el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria. Hay algunas cosas que Dios se reserva para sí y no revela. Dt 29:29 dice: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre”. Y hay otras que solo revela a ciertas personas. “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto” (Sal 25:14). En Pr 3:32 leemos: “Mas su comunión íntima es con los justos”. También hay algunas cosas que fueron ocultas en el AT y que ahora son reveladas en el Nuevo. El NT las denomina misterios (mustērion). Enseña 2Co 4:6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. 1. El misterio manifestado a los santos. El mensaje que el apóstol Pablo proclamaba en su ministerio era el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos (Col 1:26). El uso que Pablo da a esta palabra no sugiere una enseñanza oculta o un rito o ceremonia revelados sino que se refiere a la verdad revelada a todos los creyentes en el Nuevo Testamento. Esta verdad o misterio, que ahora ha sido manifestado a sus santos, había estado oculto desde los siglos y edades, es decir, desde la era y los pueblos del Antiguo Testamento. Ahora denota el tiempo en el cual fue escrito el Nuevo Testamento. Esta nueva verdad revelada encierra el misterio de Dios encarnado (Col 2:2- 3, 9), de la incredulidad de Israel (Ro 11:25), de la impiedad o iniquidad (2Ts 2:7), de la unidad de judíos y gentiles en la iglesia (Ef 3:3-6), y del rapto (1Ts 4:13-17; 1Co 15:51). Otros misterios, verdades reveladas en el NT a los creyentes son: El misterio del evangelio, es decir, la sabiduría de Dios que es Cristo crucificado. (1Co 1:23-24; 2:7; Ef 6:19). Los misterios del Reino de los cielos. (Mt 13:10-11). El misterio de la voluntad de Dios: Él juntará y unificará todas las cosas en Cristo, las unificará en un espíritu de paz y armonía, todas la cosas, tanto las visibles como las invisibles. (Ef 1:9-10). El misterio de la iglesia: Que la iglesia es la novia y el cuerpo de Cristo. (Ef 5:30-32). El misterio de la piedad o de Cristo; de Dios que viene a la tierra en carne humana en la persona de Jesucristo. (Col 2:2,9, 4:3; 1Til 3:9,16; 2Co 5:19). El misterio de las siete estrellas o iglesias y pastores locales. (Ap 1:20). El misterio de la ira de Dios (Ap 10:7; 15:1; 16:1-21). El misterio de Babilonia en el tiempo del fin. (Ap 17:5-7). Estas verdades solo están a disposición de los santos: los verdaderos creyentes (1Co 2:7-16). La frase a quienes Dios quiso dar a conocer señala sin duda que los misterios no se descubren por el ingenio humano, sino que son revelados por la voluntad expresa y la acción de Dios. El propósito de Dios es que su pueblo conozca esta verdad. Enseña 1Co 2:9-10 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 3. Cristo en vosotros, la esperanza de gloria. De entre todos los misterios revelados por Dios en el Nuevo Testamento el más profundo es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria. El Antiguo Testamento predijo la venida del Mesías. Pero la verdad de que viviría en su iglesia redimida, conformada en su gran mayoría por gentiles, aún no había sido revelada. El Nuevo Testamento dice con toda claridad que Cristo, por el Espíritu Santo, mora en permanencia en cada creyente (Ro 8:9