El Rey de gloria. Salmos 24:1-2
Descansando en Dios - En podcast af Francisco Atencio

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347 – Sal 24:1-2 – El Rey de gloria. De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, Y la afirmó sobre los ríos. Este salmo pudo haber sido empleado con ocasión del traslado del arca a Jerusalén (2Sa 6:12-19; 1Cr 13:1-14). La iglesia primitiva lo designó como un salmo de adoración y ascensión “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?” (Sal 24:3). Este salmo tiene su paralelo en Sal 15. 1. Adoración del Creador. (Sal 24:1-2). Esta adoración a Dios es al contemplar la creación. Lo primero que hace el salmista es destacar la absoluta soberanía de Dios. El es dueño de todo; de toda la tierra y de todos sus habitantes. “¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos” (Sal 8:1). 2. Adoración al Salvador (Sal 24:3-6). Esta adoración solo es posible mediante la consagración, una comunión con Dios al vivir en santidad obedeciendo la palabra de Dios. Las preguntas que confrontan e invitan a la consagración (Sal 24:3). Las cualidades apropiadas de una vida consagrada (Sal 24:4-6). Veamos los pasos en el camino del ascenso del hombre al monte santo del Señor. 2.1. La meta. “El monte de Jehová… Su lugar santo.” El monte de Jehová es el lugar santo de su presencia. El monte Sion denota el tabernáculo o morada de Dios (Sal 55:1). La mayor ambición del alma debería ser la comunión con Dios, la comunión con Aquel a quien le pertenece la tierra y su plenitud (Sal 24:1). 2.2. El camino. “¿Quién subirá?” El camino del pecado y de la impureza es hacia abajo, pero el camino de la santidad es siempre arriba. Solo podemos escalar, llegar y estar en este monte en santidad entonces “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (He 4:16). Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. (Sal 15:1-2). 2.3. El peregrino. Las características distintivas de este escalador se dan aquí: a. Sus manos deben ser limpias. “El limpio de manos”. No manos lavadas con agua, como las de Pilato, sino en inocencia, como las de David “Lavaré en inocencia mis manos, y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová” (Sal 26:6). No podemos ascender a Él con la mentira de un motivo engañoso en nuestra diestra. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” (Is 55:7). b. Su corazón debe ser puro (Sal 24:4). La santidad es algo que tiene que ver con el corazón, y sin santidad nadie verá al Señor. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5:8; He 12:14). Es con el corazón que el hombre cree para justicia (Ro 10:10). Es cuando la semilla del Reino cae en un “corazón de buena tierra” que da fruto. c. Su alma debe ser humilde. “El que no ha llevado su alma a cosas vanas.” Cuando la vanidad, o el orgullo espiritual, entran en el alma, el crecimiento en la gracia se detiene. Si queremos subir al monte santo de Dios, no debe haber ningún vanidoso engrandecimiento de nosotros mismos. 2.4. El logro. “Él recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación.” (Sal 24:5). La bendición de la perfecta justicia con Dios es una corona de vida al alcance de cada creyente. La bendición del Señor incorpora cada cosa necesaria y deseable. 2.5. La aplicación. “Tal es la generación de los que le buscan” (Sal 24:6). Éste es el carácter y la actitud de la verdadera simiente de Abraham, el padre de los creyentes (Gá 3:7). Ésta es la generación que pertenece a “la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tit 3:5). Éstas son los hijos de Dios, que escalan el monte de la santidad para entrar en la casa del Padre. “Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados