Presta atención. Salmos 39:1-2
Descansando en Dios - En podcast af Francisco Atencio

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362 – Sal 39:1-2 – Presta atención. Yo dije: Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí. Enmudecí con silencio, me callé aun respecto de lo bueno; y se agravó mi dolor. David decidió no quejarse de sus problemas con los demás, sino que llevó sus quejas directamente a Dios. Todos nos quejamos del trabajo, del dinero o de las situaciones en la vida, pero quejarnos ante otras personas puede hacerlas pensar que Dios quizás no tenga control sobre nosotros. También pudiera parecer como si culpáramos a Dios de nuestros problemas. En cambio, al igual que David, debemos llevar nuestros problemas directamente a Dios. “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente”(1Pe 2:21-23). Esta resolución del salmista de “velar sobre sus pasos” es una nota de recordatorio para nosotros. “El que se piensa que está firme, que mire que no caiga.” (1Co 10:12). Observemos aquellas cosas a las que, a semejanza de David, debiéramos prestar especial atención. Prestaré atención sobre: I. Mis pasos (Sal 39:1). Indagaré mis motivos, mis hábitos y maneras. No los consideraré correctos porque sean mis caminos. Indagaré acerca de si están en armonía con la palabra y los caminos de Dios. “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.” (Sal 139:23-24). II. Mi boca. “Pondré a mi boca un freno, en tanto que el impío esté delante de mí” (Sal 39:1). Dios es frecuentemente juzgado por los caminos y bocas de su pueblo; por ello, hay a veces necesidad de un freno. El que no ofende de palabra es un hombre perfecto (Stg 3:2). Camina sabiamente para con los de fuera (Sal 141:3). La lengua no puede ser domada “Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.” (Stg 3:6). Pero “La boca del justo habla sabiduría, y su lengua habla justicia.” (Sal 37:30). III. Mi corazón. “Ardía mi corazón dentro de mí” (Sal 39:3). Bienaventurados los de corazón ardiente, en los que arde el fuego mientras meditan en las cosas de Dios, porque sus lenguas proclamarán su alabanza. Prestemos atención no sea que haya en ninguno de vosotros un corazón malo de incredulidad, o un tibio corazón de indiferencia, para apartarse del Dios vivo. (He 3:12). IV. Mi fin. “Hazme saber, Jehová, mi fin” (Sal 39:4). ¿Cuál será mi fin? Ésta es una pregunta de mayor importancia. Balaam deseaba que su fin fuera el de los rectos, pero no prestó atención a ello, y cayó contado entre los enemigos de Dios. (Nm 31:8). La vida es corta sin importar cuánto vivamos. Si hay algo importante que queramos hacer, no debemos posponerlo para otro día, mejor pregúntese: "¿Qué haría si solo tuviera seis meses de vida?" ¿Le diría a alguien que lo ama? ¿Trataría de enderezar algún área rebelde de mi vida? ¿Le hablaría a alguien de Jesús? Debido a que la vida es corta, no se olvide de prestar atención a lo que es realmente importante. Somos extranjeros y peregrinos sobre la tierra. (He 11:13) V. Mis días. “He aquí, diste a mis días la largura de un palmo” (Sal 39:5). Como nuestra vida es contada con la breve longitud de un palmo, tenemos que prestar atención a cada uno de ellos: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.” (Sal 90:12). Es irónico que la gente pase tanto tiempo asegurando su vida en la tierra y muy poco o nada en donde pasará la eternidad. “cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo,