Salvación por gracia Efesios 2:8-9
Descansando en Dios - En podcast af Francisco Atencio

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187 – Ef 2:8-9 – Salvación por la gracia divina. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. La gracia divina es el favor de Dios, al impulso de Su amor, hacia el ser humano que nada ha merecido, de modo que llega a ser la fuente de donde fluye la salvación en todos sus aspectos, y el origen de todo bien para el hombre. La gracia divina es mucho más que una sola benignidad, pues, tratándose del favor del Dios soberano y omnipotente, pone en movimiento todos los recursos de la divinidad y lleva a feliz término todos Sus buenos propósitos a favor del ser humano. De la fuente de la gracia brota la obra de la Cruz, la gloria de la Resurrección, la venida del Espíritu Santo, la formación de la Iglesia, la derrota final del mal y el inicio de la nueva creación. Enseña Jn 1:16-17 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. La fe es el medio para la manifestación de la gracia de Dios en el ser humano. La fe viene por escuchar, creer y obedecer la palabra de Dios como enseña Ro 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. La rebeldía y la incredulidad oponen una barrera a la operación de la gracia divina; la fe hace que el hombre acepte el mensaje de Dios y descanse totalmente en la persona de Cristo, ofrecida en el Evangelio como única base de la fe verdadera, que permite que la obra de gracia se realice en el corazón del creyente. La confianza del alma en Cristo, que es la esencia de la fe, establece una unión vital entre Cristo y aquel que acude a Él, de tal forma que todo lo que es Cristo, y todo el valor de Su obra, llega a ser la posesión personal y exclusiva del creyente. Enseña Ro 3:28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. Las obras del hombre son las actividades que éste realiza, sean “malas” o sean “buenas” según el criterio del hombre caído. Es fácil comprender que las malas obras acarrean condenación y muerte, pero las Escrituras enseñan con igual claridad que aun las “buenas obras” del hombre son inútiles para conseguir la salvación y pueden llegar a ser un estorbo para recibir con fe la obra de Dios en Cristo, ya que, obrando el hombre, no deja obrar a Dios como enseña Is 64:6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. El Evangelio exige que el hombre se rinda sin condiciones a Dios, y, que extienda sus manos vacías para recibir de Él la vida eterna como enseña Ef 2:8-9 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. A. El origen de la gracia. Ro 1:7 gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. He aquí la hermosa y típica frase con la cual Pablo solía saludar a las iglesias y a sus colaboradores en la obra, y que nos hace ver que el Padre y el Hijo Jesucristo son conjuntamente los autores de la gracia, que fue provista por el Padre, traída y manifestada por el Hijo y hecha eficaz en el corazón del creyente por el Espíritu Santo (Jn 1:17; 2Ti 1:9; He 2:9; 10:29). B. El alcance de la gracia de Dios. (1) Potencialmente pone la salvación al alcance de todos los hombres: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres...” (Tito 2:11). (2) Basta para la salvación del peor de los pecadores que se arrepiente y crea en Cristo, según el ejemplo que tenemos en la conversación de Saulo de Tarso y el ladrón en la cruz (1Ti 1:12-16; Lc 23:39-43). (3) Como consecuencia lógica de la definición que hemos adelantado se relaciona con todos los aspectos de la obra de Dios a favor de los hombres (Ro 3:24; Gá 1:15; Hch 15:11; Ef 2:5-8). 4) Convierte al trono de juicio en trono de gracia