El efecto Halo o cómo dejarse llevar por las apariencias

Interpretar la realidad en base a las creencias que uno tiene sin plantearse otras opciones, creer que las personas que son más expertas siempre tendrán razón, modificar las decisiones propias en base a lo que el grupo exprese, buscar sólo la información que confirma lo que ya hemos decidido, aceptar sin más las pruebas que apoyan nuestras ideas (mostrándonos muy escépticos con las opiniones o informaciones contrarias), o creer que un suceso es más probable cuando lleva tiempo sin haber ocurrido, o menos probable porque lleva mucho tiempo ocurriendo. Estas dos ideas pueden comprobarse en los locales de apuestas y la clásica falacia del jugador: cuando en la ruleta sale el rojo muchas veces seguidas, la gente cree erróneamente que a continuación saldrá el negro, o si un jugador de baloncesto lleva cinco triples seguidos, encestará el siguiente, sí o sí. Un sesgo cognitivo es una interpretación errónea e ilógica de la información de la que disponemos. Da demasiada importancia o muy poca a algunos aspectos, y nos lleva a un juicio equivocado. De la misma forma que un sesgo cognitivo puede inducirnos a equivocarnos, en determinados contextos nos permite decidir más rápido o tomar una decisión basada en nuestra intuición cuando la situación (por rapidez, por ejemplo) no nos permite deliberar diferentes opciones. Los sesgos están basados en nuestras experiencias, y de la misma forma que muchas de las decisiones irracionales que tomamos a causa de ellos pueden ser bastante útiles para la vida diaria, ocurre lo contrario cuando nos enfrentamos a decisiones relevantes, especialmente a situaciones nuevas de las que carecemos de información previa para contrastar. Así que es importante tener en cuenta cómo nuestros sesgos (todos los tenemos) pueden ayudarnos a meter la pata. Algunos ejemplos de sesgos cognitivos Efecto halo: Si es guapa, será inteligente. Nos llama la atención un rasgo positivo de alguien y lo generalizamos al total de esa persona. Por ejemplo, tendemos a pensar que la gente guapa es más inteligente y más bondadosa que las personas menos atractivas, a pesar de que una cosa no tiene que ver con la otra. También por este motivo los altos ganan más dinero que los bajos y tienen más parejas. ¿Cuánto mides? Sesgo de observación selectiva: Seleccionamos la información que nos interesa o nos ocupa. Nos compramos un nuevo coche que hasta hace bien poco veíamos por las calles de forma muy esporádica. Con el tiempo, nos da la impresión de que todo el mundo ha comprado ese coche. Y tranquilo, no eres un influencer de los automóviles, sólo ocurre que ahora te fijas más. Y sí, pasa lo mismo con los que van con la pierna escarolada y con muletas por la calle o con las embarazadas, o con aquel que acaba de dejar de fumar, y ve fumadores, estancos y ceniceros por todas partes: «¡Todo el mundo fuma! ¡Mira, otra embarazada!». Sesgo del experimentador: Esto tiene que salir así, o este resultado entra con calzador. Los observadores, y en especial los experimentadores científicos, a menudo notan, seleccionan y publican los datos que están de acuerdo con las expectativas previas al experimento, descartando los que puedan contradecir el punto de inicio.

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